Según este artículo, yo misma formo parte de la denominada “Generación Mírame”. Nací en el año 86 y tengo cuentas en Hi5, Blogger, Tuenti... La primera ni siquiera la hice por mí, porque me apeteciera, sino por mis alumnos, que no cesaban de enviarme invitaciones para que me hiciera un espacio en esa página, y yo las aproveché para estudiar de una manera informal el uso que ellos hacían de esta red social. Con esto quiero reivindicar el hecho de que, a menudo, la gente tiene cuentas en estos sitios y apenas las usa.
Por otra parte, considero que este artículo exagera con creces y deforma la forma en que utilizamos estas páginas. Por supuesto que hay personas que aprovechan para crearse otra identidad, para ser lo que no son y decir aquello que no se atreverían a decir cara a cara, pero eso no sólo sucede con gente de mi generación. Han existido muchísimos casos, incluso extremos, de personas de 40 ó 50 años que se han hecho pasar por menores para que éstos les pasaran fotos ligeros de ropa, para que les pusieran la webcam y se desnudaran ante ellos, etc. Y este tipo de cosas suceden más en espacios como el Messenger, el IRC Hispano o el chat de Yahoo!, donde puede entrar cualquiera y ponerse en contacto contigo de un modo mucho más directo que el que permiten las redes sociales mencionadas en este artículo.
Hay que dejar claro que no sólo mi generación accede a este tipo de aplicaciones, ni sólo nosotros tenemos páginas en Facebook, MySpace o Fotolog. Cada vez hay más personas de otras generaciones que se abren cuentas en ellas y las usan tanto o más que nosotros. Y no creo que en ninguno de los casos se trate de exhibicionismo, ni de incapacidad para formar relaciones humanas. Si bien es cierto que, en algunos casos, este tipo de páginas son una ayuda más que considerable para aquellas personas a las que les cuesta abrirse a los demás debido a su timidez o desconfianza inicial al conocer a alguien nuevo. Pero no veo nada malo en ello, ni en el hecho de que estas redes nos permitan ponernos en contacto con gente que, de otro modo, jamás tendríamos la oportunidad de conocer.
A través de páginas como Tuenti (la mejor red social a la que he tenido el gusto de acceder), se pueden recuperar amigos que creías olvidados para siempre, a quienes perdiste la pista desde el colegio o con quienes dejaste de tener contacto porque se fueron a otra ciudad, siendo tan sencillo como introducir su nombre y apellidos en el buscador que ofrece la página. Y, una vez que tienes creada tu propia red social, con tus amigos y familiares dentro de ella, puedes hablar con ellos, quedar, ver sus páginas, compartir información, fotos, vídeos, música... sin que esto último se convierta en un problema de dominio descontrolado de nuestra imagen, tal y como afirma el artículo, ya que en Tuenti, sin ir más lejos, existe la opción de que nadie pueda descargarse las fotografías que tú mismo subes a la red.
Hay que dejar claro que no sólo mi generación accede a este tipo de aplicaciones, ni sólo nosotros tenemos páginas en Facebook, MySpace o Fotolog. Cada vez hay más personas de otras generaciones que se abren cuentas en ellas y las usan tanto o más que nosotros. Y no creo que en ninguno de los casos se trate de exhibicionismo, ni de incapacidad para formar relaciones humanas. Si bien es cierto que, en algunos casos, este tipo de páginas son una ayuda más que considerable para aquellas personas a las que les cuesta abrirse a los demás debido a su timidez o desconfianza inicial al conocer a alguien nuevo. Pero no veo nada malo en ello, ni en el hecho de que estas redes nos permitan ponernos en contacto con gente que, de otro modo, jamás tendríamos la oportunidad de conocer.
A través de páginas como Tuenti (la mejor red social a la que he tenido el gusto de acceder), se pueden recuperar amigos que creías olvidados para siempre, a quienes perdiste la pista desde el colegio o con quienes dejaste de tener contacto porque se fueron a otra ciudad, siendo tan sencillo como introducir su nombre y apellidos en el buscador que ofrece la página. Y, una vez que tienes creada tu propia red social, con tus amigos y familiares dentro de ella, puedes hablar con ellos, quedar, ver sus páginas, compartir información, fotos, vídeos, música... sin que esto último se convierta en un problema de dominio descontrolado de nuestra imagen, tal y como afirma el artículo, ya que en Tuenti, sin ir más lejos, existe la opción de que nadie pueda descargarse las fotografías que tú mismo subes a la red.
No creo, bajo ningún concepto, que este afán nuestro por compartir cosas con nuestro círculo más cercano sea odioso, ni recriminable, ni para autopublicitarnos. No considero que la mayoría de los que tenemos creados espacios en páginas como Tuenti lo hagamos para que los demás nos miren. No me gusta para nada el calificativo que se ha ligado a mi propia generación por hacer cosas que otras generaciones también hacen, y que no se debe sino al ánimo y a la intención de estar más cerca de la gente que queremos y con la que deseamos compartir más cosas y más tiempo.
Este tipo de espacios ofrecen una gran variedad de posibilidades a sus usuarios, y no tienen por qué convertirse en una clase de vida paralela, ni en un reallity, ni en una película de ciencia-ficción... Siempre y cuando el uso que se haga de ellos sea el adecuado y no dejemos de lado nuestra propia vida ni descuidemos nuestra personalidad, que es lo que nos hace únicos.
Sin embargo, estoy completamente de acuerdo con el artículo en que este tipo de espacios puede generar en los adolescentes una carencia de habilidades sociales si se limitan a conocer gente o a estar en contacto con sus amigos solamente a través de Internet. Porque no es lo mismo entablar una conversación en persona que en la distancia, ya sea por medio de un móvil, un ordenador o una simple carta. La dificultad de las relaciones humanas está precisamente en las reacciones que tenemos ante determinados estímulos, en el tono de voz que usamos para decir las cosas, en las palabras que seleccionamos sobre la marcha y que a menudo no resultan ser las adecuadas, en las malinterpretaciones que se generan de lo que decimos o hacemos, de nuestros gestos, de nuestras miradas... El mundo de Internet jamás podrá sustituir un abrazo o la calidez de una sonrisa.
Este tipo de espacios ofrecen una gran variedad de posibilidades a sus usuarios, y no tienen por qué convertirse en una clase de vida paralela, ni en un reallity, ni en una película de ciencia-ficción... Siempre y cuando el uso que se haga de ellos sea el adecuado y no dejemos de lado nuestra propia vida ni descuidemos nuestra personalidad, que es lo que nos hace únicos.
Sin embargo, estoy completamente de acuerdo con el artículo en que este tipo de espacios puede generar en los adolescentes una carencia de habilidades sociales si se limitan a conocer gente o a estar en contacto con sus amigos solamente a través de Internet. Porque no es lo mismo entablar una conversación en persona que en la distancia, ya sea por medio de un móvil, un ordenador o una simple carta. La dificultad de las relaciones humanas está precisamente en las reacciones que tenemos ante determinados estímulos, en el tono de voz que usamos para decir las cosas, en las palabras que seleccionamos sobre la marcha y que a menudo no resultan ser las adecuadas, en las malinterpretaciones que se generan de lo que decimos o hacemos, de nuestros gestos, de nuestras miradas... El mundo de Internet jamás podrá sustituir un abrazo o la calidez de una sonrisa.
Otro aspecto en el que coincido con el artículo, es precisamente el hecho de que muchos jóvenes se creen dueños de sus propias fotos o vídeos, sin darse cuenta de que, en el momento en que las cuelgan en la red o se las pasan a un amigo, ya no tienen ningún poder sobre ellas ni sobre la opinión ni los comentarios que los demás van a generar acerca de ellas. Como se indica en la lectura, “su afán de documento parece ajeno a las consecuencias de la creación de un registro de sus acciones”, y esto es algo conocido por todos, ya que los informativos han comentado más de una vez el caso de agresiones a compañeros dentro de los propios colegios y que han sido grabadas por los propios alumnos causantes de ellas, o incluso adolescentes que se han grabado haciendo maniobras casi suicidas al volante o conduciendo a una velocidad desorbitada en medio de la carretera y en presencia de otros coches, poniendo en peligro no sólo su propia vida, sino la de los demás usuarios.
Pero, por último, quisiera volver a reivindicar el hecho de que no se trata sólo de mi generación. También hay otras generaciones que se creen con poder sobre las grabaciones que realizan y que luego han caído, con todo el peso de la Ley, sobre ellos mismos, como, por ejemplo, el caso de muchos pederastas que se han grabado a sí mismos manteniendo relaciones sexuales con sus víctimas, o algunos asesinos que han documentado a través de fotografías los pasos que dieron a la hora de realizar el crimen...
No considero que las críticas que se realizan en este artículo puedan hacerse extensibles a toda mi generación, ni solamente a ésta. El mal uso de este tipo de tecnologías es independiente de la edad, y no suelen ser casos que puedan generalizarse al resto de la población que hacemos uso de ellas. De hecho, en la lectura se critican los reallities... ¡Eso sí que es una ironía! Porque detengámonos por un momento a pensar quién los hace: ¿mi generación o la vuestra?
Los participantes de Gran Hermano no entran dentro de un sólo rango de edad, ni pertenecen a una misma generación. De hecho, si no me equivoco, en esta edición se halla concursando una mujer que roza los 70 años de edad. Y, puestos a poner algunos ejemplos, hablemos de “Kid Nation” (reallity estadounidense en el que participaron niños de entre 8 y 15 años edad)... ¿De quién fue la idea: de estos niños o de los adultos que dirigían el show?
No considero que las críticas que se realizan en este artículo puedan hacerse extensibles a toda mi generación, ni solamente a ésta. El mal uso de este tipo de tecnologías es independiente de la edad, y no suelen ser casos que puedan generalizarse al resto de la población que hacemos uso de ellas. De hecho, en la lectura se critican los reallities... ¡Eso sí que es una ironía! Porque detengámonos por un momento a pensar quién los hace: ¿mi generación o la vuestra?
Los participantes de Gran Hermano no entran dentro de un sólo rango de edad, ni pertenecen a una misma generación. De hecho, si no me equivoco, en esta edición se halla concursando una mujer que roza los 70 años de edad. Y, puestos a poner algunos ejemplos, hablemos de “Kid Nation” (reallity estadounidense en el que participaron niños de entre 8 y 15 años edad)... ¿De quién fue la idea: de estos niños o de los adultos que dirigían el show?
Por favor, reflexionemos un poquito antes de lanzar espadas al aire y abrir un nuevo saco donde meter a toda una generación...
No hay comentarios:
Publicar un comentario